Parece ser que una empresa francesa va a entrar en el sector del ferrocarril en España. Dicen los adalides de la competencia que esto es bueno para el consumidor. Esta empresa, que casualmente es de capital público francés, vendrá a crear una nueva situación. Ya sabemos que ha entrado con precios baratos, pero también sabemos que va a tomar la estrategia del "pagar por todo" que ya utilizan desde hace tiempo las empresas del sector aéreo low cost.
Paradójicamente y casi a la vez hemos sabido que un juez ha echado atrás la tentativa de la alcadesa de Barcelona, Ada Colau, de proporcionar a los barceloneses con menos recursos un servicio odontológico. Piensa el juez que introducir un elemento público en algo que hasta el momento ha sido privado es distorsionante. Y se lo agradece el Colegio de Odontólogos que denunció el servicio.
Es curioso esto del genio capitalista. Siempre es bueno introducir la competencia cuando el objeto de negocio es público pero, a su vez, es muy malo introducir lo público cuando el objeto de negocio es privado. Me pregunto qué pasaría si alguna administración se decidiera de una vez a crear un banco público, ahora que muchos bancos privados están echando a la calle a una buena parte de sus empleados. Que nos pongan a prueba, se sorprenderán de las bondades de la competencia.
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