jueves, 25 de diciembre de 2014

DIARIO V

A veces adquiero libros de segunda mano, libros descartados de bibliotecas, pero me llama la atención ver su tarjeta de lectura en blanco, aunque sean buenos títulos. En ocasiones encuentro libros de la carrera, libros que en su momento no podía comprarme y que tenía que fotocopiar a trozos. Me acuerdo especialmente de una colección de libros de semiótica del decano de la facultad, Miquel de Moragas. Era una colección estupenda y, aunque no teníamos que comprar todos, ni siquiera leerlos, yo fui fotocopiándolos poco a poco. Los encuaderné, los recorté. Al final tenía algo así como un libro. En su portada le pegaba trozos de periódicos, los decoraba como se decoraban antes las carpetas en el instituto. No podía comprarlos. No tenía dinero ni con la beca que había ganado. Apenas cubría la matrícula y poco más. De vez en cuando encuentro alguno de esos libros de la editorial Gustavo Gili. Ahora tienen más de treinta años y supongo que su contenido estará más que desfasado. Se venden a precios irrisorios. A veces he tenido la tentación de irlos comprando conforme los voy viendo. Luego me he preguntado para qué. Todavía conservo en un altillo las fotocopias encuadernadas.

jueves, 11 de diciembre de 2014

DIARIO IV

Sucedió en algún momento mientras estaba frente al teclado. Como el hombre que duerme del que hablaba George Perec, pensé sin propósito, pensé en silencio y qué pasaría si el silencio se convirtiera en una realidad per se. Y lo hice. Convertí mi silencio en realidad. Dejé una anotación en facebook, quizá un poco por hartazgo de frivolidad, quizá porque veía que me ocupaba demasiado tiempo, quizá porque interrumpía mi escritura. Retomé el diario tantas veces olvidado y dejé estas letras.

Isabel Núñez tenía para estos momentos una denominación: sarinagara. La palabra venía de la novela homónima de Philippe Forest cuya lectura y comentarios compartimos hace ya algunos años Isabel y yo.



Se había introducido demasiado ruido en mi vida y era necesario que de algún modo saliera. A eso se unía desde hace un tiempo una rabia interior sin control, rabia que venía dada de comprobar el modo en que el sistema nos combatía. Recuerdo que una vez hablando con Ana Pérez Cañamares ella me aconsejó soltar esa rabia, no dejar que todo entrara en mí. Entendí sus palabras pero he sido incapaz de quitarme la sensación de encima. Intento canalizarlo todo en un nuevo poemario que, de momento, toma forma lentamente.  De momento lo denomino En formato de guerra. Ya tengo una decena de poemas. Supongo que seguiré trabajando en él durante un tiempo. Es un poemario que traza una línea diferente a lo que he escrito con anterioridad. Si Hachazo de metrónomo hablaba del tiempo y sus consecuencias y Petroglifos de la historia y sus huellas, En formato de guerra habla de la sociedad y su evolución. Esa evolución que nos ha traido aquí.
Sigo.