domingo, 23 de junio de 2019

DIARIO XI

Bajo por una gran avenida y a mi lado queda una tienda de comestibles de esas que abren los domingos. Pasan dos parejas que rondarán los sesenta. Ellos se quedan un poco atrás y me los cruzo justo en el momento en que llego a la altura de la tienda. Los veo como descaradamente cogen cada uno un buen puñado de cerezas de la fruta expuesta en el exterior. No una o dos. Se van riendo mientras continúan andando. No se han apercibido de mi mirada. Les hubiera dado igual. Me pregunto si hubieran hecho lo mismo en una tienda regentada por españoles. Los dueños -o los dependientes- son pakistaníes. Me digo a mí mismo que ésta también es una sutil forma de racismo.

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