martes, 5 de noviembre de 2013

DIARIO II

Desde hace un tiempo huyes despavorido de los lugares abarrotados. No puedes evitarlo por más que te lo propones. La sala estaba llena. Alzas la cabeza por encima de los demás y ves algunos rostros conocidos que saludas con un guiño, un movimiento de cabeza o con la mano. Te asfixia el calor y la gente, como otras veces. Cuando acaba el acto intercambias algunas palabras con los conocidos, una palabra intrascendente, una pregunta tal vez sin sentido, un comentario más o menos absurdo... Algunos otros rostros te suenan. Seguro que son amigos en el facebook aunque nunca habéis intercambiado palabra alguna y es más que probable que ni siquiera os sigáis. Sales fuera de la sala y tomas una copa para hacer tiempo. Das vueltas mirando a uno u otro lugar. En realidad miras al vacío. No miras nada.  El cava te sienta mal y notas la acidez en el estómago. Luego vuelves a entrar a la sala ya más vacía y  te encuentras de cara con alguien que conoces de tiempo atrás pero al darle la mano, y él corresponderte con la suya, notas que no se acuerda de ti. Transcurre apenas un instante que se hace eterno. Le podías haber dicho que recitasteis aquí o allí hace un tiempo, que compartisteis escenario. Le podías decir... De pronto sientes una sensación de pesadez, una profunda pereza. Y notas que te vas haciendo pequeño, más pequeño, todavía más pequeño. Y no dices nada. Y te da igual.

No hay comentarios: